Existe una diferencia entre el artista y su obra. El primero, lleno de complejidades, errores que a veces, como a él, lo llevaron a la ruina y la segunda, el reflejo de una mente, la misma que lo hundió, y que al mismo tiempo lo llevó alguna vez a la gloria. Para mí quien luego de quedar en piezas, se levanta y sigue su camino, vale la pena. Para mí, un genio que cometió estupideces colosales, como muchos, juzgado por todos, que da la cara frente a un mundo pendiente, vale la pena.
Sería muy fácil escribir sobre su obra (aunque como soy contradictoria la reflejo debajo de manera visual), desde sus comienzos diseños impensables, le parfait savoir faire, los aplausos que hoy le dieron la espalda, pero no, porque en la mente aún se comete el error de apuntar con el dedo y no mirarse en el espejo. Para mí, en el 2015, bienvenido John Galliano, gracias Maison Martin Margiela por hacerlo posible.
Para muestra, un botón.
Dedicado al que vuelve.
Inspírate